El PCE en la Guerra Civil española.



El mundo en los años 30 se preparaba para un combate nunca visto. Por un lado, las contradicciones entre los estados imperialistas conducían hacia otra “Gran Guerra”. Por el otro lado, estos estados imperialistas intentaban derribar a la primera democracia proletaria, la URSS, que amenazaba el modo de vida de la burguesía y su dictadura en cada uno de sus estados, pues mostraba al mundo el camino de emancipación de las clases explotadas.
En España se concentraron, por unos años, estas contradicciones internacionales, además de las nacionales. La crisis de la Restauración se explica por la falta de adaptación del sistema político a la nueva realidad social –aumento del proletariado y su conciencia de clase, desarrollo de la pequeña burguesía urbana- que significaba un cambio de la estructura de clases, ante el que los terratenientes cuasi-feudales y la burguesía industrial no estaban dispuestos a ceder poder. El primer intento de solución fue el protagonizado por Primo de Rivera, consistió en un blindaje de la sociedad para detener el crecimiento e influencia de las masas urbanas -tanto proletariado como pequeña burguesía- y no perder su tradicional lugar dominante. La IIª República supuso lo contrario, un intento de integración de la pequeña burguesía y de la parte más acomodada de la clase obrera para conjurar el peligro, ante el empuje del proletariado revolucionario, de una revolución socialista. Para esto no era necesario transformar el estado, como la dominación de clase seguía siendo burguesa, el estado –que es la forma en que se plasma esta dominación- no necesitaba apenas cambios, así que la república heredó y mantuvo las estructuras de la Restauración.
Ninguna de las soluciones dio resultado y estalló la guerra, donde se enfrentaron las clases más reaccionarias por un lado y la pequeña burguesía, aliada con el proletariado industrial y rural por otro.
Para entender el desarrollo del conflicto es preciso tener en cuenta la situación internacional. España había sido un socio menor del imperialismo británico, que le había concedido Marruecos como área de influencia. Sin embargo una parte de las clases dominantes deseaban desembarazarse de la tutela británica, apuntándose al nacionalismo de corte fascista en auge en Italia y cada vez más pujante en Alemania. En cuanto a la URSS, su política cada vez iba tomando rumbos menos internacionalistas y más defensistas y chovinistas. En este contexto se explica la táctica de los Frentes Populares aprobada en el VII congreso de la Comintern que pretendía apaciguar las relaciones con los estados capitalistas.
En este contexto puede entenderse la actitud del PCE, que en 1931 es todavía un grupo de poca influencia en el estado, que prácticamente es arrollado por los acontecimientos. Pero en 1936 su influencia es mucho mayor, pero lastrada por la táctica de Frente Popular, que lo imposibilita para defender e instaurar la dictadura del proletariado al defender la dictadura de la burguesía que era la IIª República.
La alianza del PCE con sectores de la burguesía que se plasmó en las elecciones de 1936 significó una subordinación a estos sectores. La pequeña burguesía republicana lo que pretendía era mantener el papel subalterno de España con respecto a Gran Bretaña y Francia, lo que coincidía con los intereses de la URSS de no enfrentarse abiertamente con estas potencias, pues el peligro de la Alemania nazi cada ves era más patente. Por tanto, el PCE, en virtud de su alianza del F.P. y la influencia de la URSS a la que estaba sometido, no se planteó nunca modificar su estrategia que cada vez relegaba más la toma del poder, en favor de la defensa de la IIª república, que, lógicamente, se había demostrado incapaz de subvertir su naturaleza de dictadura de la burguesía.
Así las cosas, da comienzo la guerra civil. Esta no deja de ser la forma más elevada de lucha de clases, en la que se enfrentó el sector más reaccionario de las clases dominantes contra otro más progresista, donde el PCE iría detrás del segundo, pero soportando gran parte del peso de la guerra: soldados, operaciones, cuadros, todo puesto por el PCE, pero a favor de una política burguesa.
Militarmente se mantuvieron, salvo excepciones, a la defensiva, a la espera del la ayuda británica y francesa que nunca llegaría. Las ofensivas, como la del Ebro, pretendían más bien demostrar a las potencias europeas que todavía tenían capacidad militar y eran susceptibles de recibir la ansiada ayuda. Esta estrategia defensista, basada en la hipotética ayuda exterior era una trampa tendida por los propios republicanos a sí mismos, que negaba de antemano la posibilidad de ganar la guerra por sus propios medios. La única oportunidad de ganarla por los propios medios era la Guerra Popular, pues como demostraron las experiencias posteriores –R.P.China, Vietnam...- es la forma propia de lucha de las masas oprimidas, donde toman conciencia, y que se adecua a las circunstancias. La otra opción, la que se impuso, fue la de luchar como ejércitos burgueses, y con una estrategia supeditada a las condiciones externas –la ayuda que nunca llegó-.
Como ejemplos de esto podemos mencionar el caso de Marruecos. Este era una colonia de Estado Español donde se venía desarrollando desde hace mucho una lucha de liberación nacional. Paradójicamente fue la base de Franco desde donde invadió la Península. La propuesta de dos líderes marroquíes de luchar contra los nacionales a cambio de autonomía fue desoída por el gobierno en los primeros meses de la guerra. Esta ayuda hubiera supuesto un fuerte revés en la retaguardia de los sublevados. ¿Por qué no se apoyo la lucha de liberación nacional, como es deber internacionalista de los comunistas? Porque se temía modificar el estado del Mediterráneo: la independencia de una colonia, en un continente completamente dominado –como era el caso África-, podría tener consecuencias nefastas para la configuración imperialista de la época, concretamente para Gran Bretaña, de la que se esperaba su ayuda.
Más concretamente, el Ejercito Popular Republicano, organizado por el PCE, aunque tenía elementos tomados del Ejercito Rojo, no prestaba atención a lo más importante, la ideología y su apoyo en las masas. Los comisarios políticos, que se encargaban de la educación política de los soldados fueron perdiendo importancia y el apoyo guerrillero apenas fue utilizado.
La supeditación a los factores externos acabó llevando a la derrota. Los países “democráticos” dejaron ganar al bando fascista ante la estupefacción de los “demócratas” locales y el PCE, representante del proletariado también.
De esto se concluye la gran importancia de la línea política para un Partido Comunista. Una línea correcta solo puede asegurarse a través de la lucha ideológica dentro de la vanguardia tanto en la etapa prepartidaria como en el Partido después. Esta lucha es síntesis de la práctica y esta orientada a la Revolución. Sin embargo, de esta experiencia carecía casi por completo el PCE, que apenas era un partido surgido del entusiasmo generado por Octubre. De este modo fue incapaz de dar respuestas revolucionarias ante una situación que exigía rapidez de movimientos, como la guerra civil.
Mario

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