EDITORIAL: LA IDEOLOGÍA AL MANDO


“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente”
K. Marx F.Engels
Manifiesto del Partido Comunista

Siempre ha sido una exigencia del marxismo contextualizar el análisis y la política que se defiende, enmarcarlo en el momento histórico determinado, como requisito indispensable para evitar la resurrección de recetas pasadas y, por lo tanto, el peligro de fosilización política. Desgraciadamente el incontestable estado de postración que sufre el marxismo actualmente ha generado un irónico círculo vicioso entre los que se reclaman del comunismo y aspiran a la superación del actual orden social. Así, por un lado, el estado en que ha dejado la derrota proletaria al marxismo y la desidia con la que sus supuestos depositarios se acercan a él, les impide cerciorarse del enorme desgaste sufrido por la ideología revolucionaria, sometida a numerosos añadidos, adulteraciones y reducciones de todo tipo, y, por otro lado, estos mismos factores impiden la comprensión de lo crucial que resulta el factor consciente, la ideología, en el caso particular de la revolución proletaria, alejando a estos sectores de la impostergable y trascendental tarea de reconstitución y puesta la día de la concepción proletaria del mundo.

Desde el punto de vista histórico más general la revolución proletaria supone la superación total de la sociedad basada en la explotación del hombre y las clases, y esto tiene sus consecuencias. Hasta aquí el desarrollo histórico ha consistido en la sucesión de sistemas de explotación, clasistas, cada vez más complejos y eficaces. Ello dejaba un gran margen de maniobra al espontaneísmo social, a los agregados de coyunturas, al, si se nos permite decirlo así, desarrollo natural de los acontecimientos.
El advenimiento del capitalismo, en general, y de su fase imperialista en particular, supone, y esta es la perspectiva más estudiada, el desarrollo de las condiciones objetivas para una verdadera emancipación revolucionaria (creciente socialización de las relaciones de producción, desarrollo ingente de las fuerzas productivas, proletarización progresiva de la humanidad...). No obstante, por otro lado, y este aspecto sólo fue señalado por algunos elementos avanzados del marxismo, que seguían la experiencia de construcción del socialismo hasta donde más lejos llegó (la Revolución Cultural Proletaria china), el capitalismo también supone la culminación y el perfeccionamiento máximo de todo el desarrollo de la sociedad clasista, de su Estado político, de las formas de explotación, de enajenación... en suma, con el capitalismo se consuma, por decirlo de alguna manera, la forma perfecta de explotación del hombre por el hombre. Así, se generan no sólo las condiciones objetivas de su superación, sino también las de su reestructuración y adaptación. Esto, que no es producto de especulaciones intelectuales, sino que responde a donde ha de llevar un análisis marxista-leninista cabal de la experiencia práctica histórica del socialismo, del exponente más elevado de la lucha de clase del proletariado, debe de hacer bascular el peso de la cuestión del factor objetivo, que es donde los comunistas tradicionalmente han puesto el acento, a lo subjetivo, a replantearse la revolución como un acto de consciencia contra, y sobre la base de, las condiciones dadas, como un proceso de construcción deliberado y planificado de lo nuevo, echando a un lado todo ese espurio optimismo histórico, hoy, en tiempos de debacle, fácilmente reconocible como apatía intelectual y puro seguidismo, que creía nadar a favor de la historia, que con su mero desenvolvimiento permitiría limitarse a gestionar la revolución, sin tener que pensar demasiado en cómo hacerla.
El derrumbe de prácticamente toda la obra edificada a partir de la Revolución de Octubre ha puesto en evidencia todo este paradigma. Es evidente que la necesidad histórica de revolución no ha perdido vigencia, lo que sí ha caducado es una determinada forma de afrontarla.
Esta es la peculiaridad de la época en que nos encontramos, el interregno entre dos ciclos revolucionaros, uno agotado, precisamente por las carencias del plan consciente de transformación, del marxismo (este es el aspecto crucial, pues si bien es el único corpus doctrinal cuyas bases y presupuestos responden radicalmente a cualquier forma de concepción burguesa del mundo – y la caída junto con él de cualquier ideal emancipatorio no hace sino confirmarlo-, la incapacidad de adaptarlo creadoramente a los nuevos problemas que iba planteando la transformación revolucionaria, con lo que cada vez más se iban recogiendo elementos de matriz burguesa para parchear las deficiencias revolucionarias de lo que se estaba construyendo, facilitó de sobremanera la fagocitación de lo nuevo por lo viejo), por su desgaste, y no por el cambio, o el peso excesivo, de tal o cual factor objetivo, y otro que se anuncia, pero que necesita que pongamos la guía transformadora a la altura de donde la ha dejado la práctica histórica. Esta labor crítica, de síntesis, desarrollo y confrontación, principalmente ideológica, es la esfera desde la que reactivar el movimiento revolucionario, de sacarlo de décadas de estancamiento y fracasos, para volver a hacer avanzar la rueda de la historia y salir de esta segunda edad oscura.

STALIN, LA REVOLUCIÓN Y LA CONTRARREVOLUCIÓN




Una de las principales tareas de nuestra época – en la que el primer ciclo revolucionario ha llegado a su fin- es hacer balance de dicho ciclo. Esto significa estudiar las experiencias revolucionarias para extraer de ellas conclusiones que permitan reiniciar un nuevo ciclo sin caer en errores pasados. El estudio debe ser lo más profundo posible y abarcar todos los campos posibles, desde la ciencia a la economía, pasando por el arte, táctica revolucionaria, ideología... Sin olvidar las relaciones entre todos ellos. Solo así se podrá obtener una visión de conjunto de la pasada experiencia revolucionaria y su fracaso. Este balance debe hacerse desde el debate y la lucha de dos líneas entre los comunistas y sus resultados no formarán parte de ninguna extensa obra en diez tomos, sino que pasarán a formar parte de la línea política revolucionaria del próximo ciclo.
Dicho esto, vamos a intentar unas líneas sobre algunos aspectos de uno de los dirigentes más relevantes de la URSS, Stalin y su tesis del Socialismo en un solo país.
Uno de los presupuestos teóricos que los bolcheviques habían heredado de la IIª Internacional era que la Revolución Proletaria estallaría y rápidamente se extendería por el planeta. Sin embargo no fue así y el proletariado soviético se quedó aislado. Este presupuesto partía del la dimensión internacional del desarrollo la revolución, dimensión en la que se habían movido los pensadores socialistas durante la fase librecambista del capitalismo. Sin embargo, la etapa imperialista modificó este presupuesto, sin que nadie reparara en ello hasta que fue demasiado tarde. Este problema inesperado fue objeto de arduos debates entre los bolcheviques, especialmente a la muerte de Lenin. Stalin consiguió sacar adelante su tesis arriba mencionada. Esta era la respuesta a una situación inesperada y sacaba a relucir una de las contradicciones de la Revolución Proletaria Mundial: que es, precisamente, mundial, pero se desenvuelve a través de revoluciones nacionales, enmarcadas en estados.
La situación concreta de la joven república proletaria ante el cerco imperialista y el peligro de invasión era precaria ¿Qué hacer entonces? Stalin propuso continuar avanzando hacia el Socialismo, pero dicho avance sólo era posible a condición de cumplir dos tareas, una internacional y otra nacional. La primera, convertir a la URSS en la base de la Revolución Proletaria Mundial. Esto significa qué la URSS debía dedicarse a apoyar y potenciar a los revolucionarios de otros países y a los movimientos de liberación nacional de pueblos sometidos por el imperialismo. La otra tarea consistía en que el proletariado fuera capaz de atraerse al resto de masas populares vinculándolas a través de un sistema político acorde con sus intereses de clase. En el caso soviético, se trataba de la ya conocida alianza de obreros y campesinos.
Esta tesis, que no era sino el desarrollo del la idea leniniana de la ruptura del eslabón más débil, era coherente con el internacionalismo proletario y permitía el avance hacia el socialismo en la URSS como parte de la Revolución Proletaria Mundial a la vez que impulsaba a esta.
Ahora bien, ¿cual era el contenido socioeconómico de las tareas del proletariado en la URSS? Stalin, a partir de cierto, considera que el único peligro de restauración del capitalismo provenía del exterior, ya que las antiguas clases dominantes habían sido barridas por la Revolución. Entonces la tarea primordial era desarrollar las fuerzas productivas, puesto que se había construido el sistema político acorde con los intereses de clase del proletariado y el campesinado. De este modo se recupera inconscientemente la tesis de la II Internacional del desarrollo de las fuerzas productivas. Lenin, atendiendo a las condiciones específicas rusas, había previsto dos fases de la revolución, una de transición al socialismo, donde se aboliría la propiedad privada, y otra donde, sobre lo anterior, las clases se extinguirían y se alcanzaría la Sociedad Comunista. Esta última es considerada la tercera etapa. Lo importante de este planteamiento es que, donde antes solo había dos etapas – fase inferior y superior del Socialismo- ahora aparecen tres, fruto de subdividir la primera en dos etapas con contenidos socioeconómicos distintos. La novedosa transición al Socialismo se ocuparía de la abolición de la propiedad privada, mientras que la posterior fase inferior del Socialismo haría lo propio con las clases.
Stalin heredó esta visión, y cuando los medios de producción pasan a manos del estado se los considera elementos socialistas y que no pueden generar un fortalecimiento de la burguesía. Con esto y con la eliminación del peligro kulak se consideran solucionadas las vías de restauración capitalista desde el interior. El problema de la restauración del capitalismo a causa del cerco capitalista se pretende solucionar alcanzando y sobrepasando el desarrollo tecnológico de occidente. El desarrollo de las fuerzas productivas pasa a ser la labor fundamental del régimen soviético desde los años 30. De este modo se hace depender a la revolución de un factor ajeno a la lucha de clases, pues las fuerzas productivas eran entendidas como mero desarrollo tecnológico, sin contenido de clase. Esto debilita ideológicamente al proletariado y permite a la burguesía desde dentro de la URSS irse recuperando (porque la burguesía no desapareció, pues la necesidad del estado prueba la permanencia de las clases y su lucha) sin que el proletariado lo perciba.
Esta situación interna permitía al Socialismo en un solo país degenerar. Así, de poner el acento en el aspecto internacional de la contradicción se pasó al nacional. Poco a poco Stalin fue añadiendo elementos que convertían a la URSS y su defensa en la causa del proletariado internacional. De impulsar la Revolución Proletaria Mundial, la URSS pasaba a ser la causa de aquella, a cuya preservación debían encaminarse los esfuerzos de los comunistas.
La subordinación del proletariado a los intereses de la URSS explicará actuaciones de esta en la Revolución China, la Guerra civil española y sobre todo, la disolución de la Komintern. Esta es la organización que expande la Revolución Mundial por los estados, pero, desde el momento en que la cuestión fundamental de la Revolución Mundial son los interese de la URSS como potencia mundial, una herramienta como la Komintern se hace innecesaria.
El desarrollo de la lucha de clases durante le dictadura del proletariado fue una tarea a la que se enfrentó la URSS sin apenas antecedentes históricos de los que aprender (la Comuna de Paris y poco más). La Revolución China intentó ir más allá y no caer en los errores de la URSS, poniendo acertadamente el acento en la lucha de clases tras la toma del poder pero, aunque llegó más lejos, también acabó fracasando.
El estudio de estas experiencias es una de las tareas del balance, para que las futuras generaciones de revolucionarios tengan un referente cuando tomen el poder en el próximo ciclo revolucionario.
Mario

TALLER MARXISTA "El imperialismo fase superior del capitalismo" Vladimir Ilich Lenin



Hace ya 91 años que V.I.Lenin escribió su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo y tras la derrota del ciclo revolucionario que comenzó con Octubre, nos encontramos con un marxismo-leninismo adulterado, apartado de la historia, pero no rebatido, sino que sigue ocupando su lugar como la única concepción revolucionaria del mundo, por eso desde la JML animamos a todo el movimiento comunista a hacer un estudio crítico sobre los clásicos que conformaron el comunismo como ideología revolucionaria, con el fin de su reconstitución ideológica y política.
Desde la JML señalaremos una serie de puntos que hemos considerado reseñar por su importancia.
En primer lugar, el imperialismo es por su esencia económica, el capitalismo monopolista. El capitalismo en su fase libre cambista, debido al continuo desarrollo de la concentración de la producción, cuando llega a un grado muy elevado, genera monopolios. Esa concentración monopolista de las fuerzas productivas es la causa de que ese capitalismo primigenio evolucione a un estado de desarrollo cualitativamente superior, una estructura económica y social más elevada, el sistema imperialista.
El capital financiero monopolista identifica capital industrial y capital bancario tejiendo un entramado de relaciones de interdependencia sobre todos los ámbitos económicos e instituciones burguesas, a la vez que reestructura y circunscribe todos los tipos de relaciones sociales de producción en torno al sistema de dominación y producción imperialista. Esta socialización de la producción es la que caracteriza al imperialismo como sistema, como estructura económica y social más elevada.
En segundo lugar analizaremos los siguientes párrafos, dice Lenin:
“La producción pasa a ser social, pero la apropiación continua siendo privada. Los medios sociales de producción siguen siendo propiedad privada de un reducido número de individuos. (...)”
“(...) nos hallamos ante una socialización de la producción y no ante un simple ‘entrelazamiento’, se advierte que las relaciones de economía y de propiedad privadas constituyen una envoltura que no corresponde ya al contenido, que esa envoltura debe inevitablemente descomponerse si se aplaza con artificio su supresión, que puede permanecer en estado de descomposición durante un período relativamente largo (en el peor de los casos, si la curación del absceso oportunista se prolonga demasiado), pero que, con todo y con eso, será ineluctablemente suprimida.”
Estos extractos pueden dar lugar a interpretaciones no marxistas.
Tras la lectura del primer párrafo podemos encontrarnos con una interpretación economicista, ésta plantearía que la siguiente y última tarea sería la supresión jurídica de la propiedad privada y con el simple desarrollo de las fuerzas productivas nos encontraríamos de bruces con el comunismo.
En el segundo párrafo puede darse una deriva espontaneísta en cuanto que niega el papel activo del sujeto en el desarrollo de la historia, el simple paso del tiempo acabará derrumbando el sistema imperialista, y en la realidad nos encontramos con un sistema imperialista que se mantiene y se reestructura crisis tan crisis.
Estos dos párrafos no son más que la manifestación de la misma cosa, la deriva revisionista que inevitablemente acompaña al marxismo-leninismo como expresión de su contrario ideológico burgués.
La cuestión fundamental la encontramos en qué se entiende por socialización de la producción en el sistema imperialista, estamos de acuerdo con Lenin en cuanto que esa socialización centraliza y organiza las fuerzas productivas (LENIN: El imperialismo, fase superior del capitalismo. Progreso, 1989, p.125), pero no rompe con la división social del trabajo. Si no se elimina la división entre trabajo intelectual y manual (origen de la sociedad de clases), el sistema se reproducirá y generará nuevamente una estructura de clases con otra forma de propiedad.
Estas desviaciones economicistas han ido acompañando al marxismo durante toda su historia. Lenin lucha contra ellas personificadas en la II Internacional y no deja de romper con ellas, esta podredumbre incrustada en el marxismo-leninismo termina por vencer en la Unión Soviética y reproduciendo el sistema de clases; sólo en china mediante la revolución cultural se vuelve a poner acento en la lucha de clases.
Sólo mediante la revolución y la lucha de clases en el seno de la dictadura del proletariado se podrá superar esa contradicción de clases que representa la división del trabajo y así avanzar hacia el comunismo.
Una vez que dejamos claro el carácter sistémico que tiene el imperialismo, se nos plantea una contradicción con las tesis que lo conciben como una política concreta. No es de extrañar que al igual que Kautsky en su tiempo, hoy en día se nos vuelva a presentar esta línea reformista y pacifista burguesa en organizaciones como por ejemplo ATTAC. Plantean que el imperialismo es una de las formas políticas del capitalismo, por tanto debemos “luchar” contra esa política, contra ese imperialismo. Pero esa “lucha” deja intactas las bases económicas del sistema imperialista y esto no va más allá de los buenos deseos.
Otra crítica que hoy nos encontramos con el mismo contenido que hace un siglo, es la pequeño-burguesa. Esta crítica plantea el cambio de rumbo, volver a la libre competencia; estamos de acuerdo como Lenin en que la libre competencia, sin monopolios, podría desarrollar el capitalismo y el comercio con mayor rapidez, pero, prosigue Lenin, cuanto más rápido es el desarrollo del comercio y del capitalismo, más se desarrolla la concentración de la producción y del capital generando monopolios. Pero todavía hay economistas burgueses en el S.XXI que genialmente se creen que rebaten el comunismo diciendo “pero si hay leyes antimonopolio” y Lenin en 1916 señala “Aun en el caso de que los monopolios frenasen actualmente su desarrollo, esto no sería, a pesar de todo, un argumento a favor de la libre competencia, la cual es imposible después de haber dado origen a los monopolios”.
Si en el S.XXI existe el imperialismo, la única solución nos la ofrece el marxismo-leninismo, la revolución proletaria.

¿UN FANTASMA RECORRE EUROPA DEL ESTE?


“Un fantasma recorre Europa , el fantasma del comunismo”
K. Marx F. Engels
El fantasma del comunismo, ese espectro revolucionario y libertador que durante los últimos tiempos no se ha prodigado demasiado en sus apariciones para asustar a los explotadores , parece que si provoca determinado temor en los actuales territorios en los que los fantasmas durante cuatro lustros convertidos en ectoplasmica legión aterrorizaron a los títeres del capitalismo financiero.
Si colocamos sobre un mapa los actuales Estados en los cuales las dietas , parlamentos o en la misma duma sancionan leyes de excepción contra todo lo que representó el socialismo real , nos daremos cuenta de cómo las contradicciones ínter imperialistas se manifiestan en la pugna entre la burguesía europea y el gran capital americano junto con las burguesías emergentes de las naciones ricas en gas y petróleo como Kazajstán y que en su mayoría son los restos de la burguesía burocrática de los anteriores sistemas, en contra de el nuevo objetivo estratégico de Rusia y Bielorrusia de crear un gaseoducto desde el Caucaso con salida al mar en Vladivostock .
Las pugnas ínter burguesas entre Rusia y los títeres americanos y europeos que actualmente son los países del antiguo bloque esta provocando una tensión que va in crescendo , a medida que los nuevos gobiernos se afanan como el polaco y el checo en “lustrar” del peligro bolchevique el porvenir de sus hijos y nietos durante varias generaciones.
Tras la caída del muro en 1989 y desmembración de la URSS en 1991 , la administración de George Bush comienza una ofensiva política económica y diplomática sobre las regiones centro europea , báltica y trascaucásica , el trabajo comenzado por Bush y proseguido concienzudamente por Albright y Clinton durante la década de los noventa se salda con la entrada de los países bálticos junto con Georgia y Ucrania en la OTAN y en las estructuras del imperialismo occidental. El resultado ha sido la creciente militarización de las zonas de la frontera rusa con los nuevos países que formaron parte del campo socialista y la Unión Soviética hundidos en la más absoluta crisis social debido a la privatización de las empresas estatales que han pasado a manos de la nueva burguesía local que en muchos casos formaban parte de la burocracia y la nomenclatura de los anteriores regimenes de las democracias populares.
El segundo nivel de la ofensiva se centraba en el enclave estratégico por antonomasia , que durante todo el siglo XIX y XX fue disputa entre los imperios centrales , el imperio otomano y la Rusia zarista . La península balcánica , victima de las tensiones étnicas y territoriales agitadas por colaboradores del nazi fascismo como Franco Tujdman principal impulsor de la independencia de Croacia , cede y con ella, el sueño de la Yugoslavia socialista que los mismos partisanos forjaron con su entrega y heroísmo para derrotar al fascismo .
Tras la intervención de la OTAN en 1995 se sube un escalón más en el proceso de conformación de un cordón sanitario en torno a las provincias rusas , ya no solo político , institucional y económico sino también militar . Se calcula que en las regiones báltica y centroeuropea habría unos ocho mil soldados de la Alianza Atlántica además de las propias bases estadounidenses .
El actual estado de las cosas viene determinado por la actitud del imperialismo euro-atlántico por asentar su hegemonía política y económica en la zona , en cuyo empeño no cesará hasta que todo los amagos de resistencia al actual proceso de conquista que comandan Condoleeza Rice y Ángela Merkel sean borrados de un plumazo.
La actual ofensiva contra todo lo representado por el fantasma del comunismo va a ser devorado por las leyes de Lustración que en los diferentes países se aprueban sin que el concierto internacional levante la voz .Los casos de Polonia y la República Checa podrían ser los más validos ejemplos y que conformarían las actuales características del “ Estado de nuevo tipo” patrocinado por el gran capital.
Polonia y la República Checa han comenzando una cruzada anticomunista en sus territorios , que dio como resultado en Octubre de 2006 la ilegalización política de la Juventud Comunista Checa KSM y cuyo auto judicial de ilegalización determinaba como causa de esta “ la no renuncia a la revolución violenta que inspira su ideología marxista-leninista”, otras decisiones del nuevo gobierno como el envío de tropas a Irak y Afganistán han sido fuertemente respondido en las calles por el todavía legal Partido Comunista de Bohemia y Moravia , que ha intentado por todos los medios que la decisión sea ratificada en referéndum , dado la oposición de la mayoría de la población al envío de tropas y al igual que el establecimiento de tres bases militares de la OTAN y estadounidenses que el gobierno proyecta en suelo checo .
En Polonia la llegada al poder de la gran coalición de Extrema derecha formada por la Liga de las Familias Polacas LFP , de inspiración ultra-católica y tradicionalista , el Partido Justicia y Ley del mismo corte ideológico , el grupo Autodefensa ligado a los propietarios agrarios , el apoyo de la nueva burguesía surgida tras descapitalización y privatización de las industrias estatales y la nueva inversión económica exterior junto con la necesaria colaboración de la aristocracia obrera de los hijos de Lech Wallesa se inicia un proceso de persecución y exterminio contra el anterior régimen, en el mismo mes de octubre de 2006 el parlamento polaco aprobó una ley que entró en vigor en marzo de 2007 y tiene como límite el 15 de mayo por el que más de 70000 ciudadanos deberían confesar si colaboraron con el anterior sistema. El intento de ruptura con lo viejo roza el paroxismo hasta al punto de llegar a exaltar la colaboración con el nazi-fascismo alemán , al igual que en Letonia país en el cual se levantaron recientemente monumentos a los soldados de la Luftwaffe alemana , que según la leyenda “lucharon gloriosamente contra el bolchevismo” . Los hermanos Kaczynsky primer ministro y presidente de la República preparan una vuelta a las tinieblas de la edad media , y para esto el ministro de educación Roman Giertych prepara una nueva ley de educación basada en el teocentrismo católico y que permite poner en duda la teoría de la evolución rompiendo con su paranoia exponencial la objetividad del hecho científico.
Curiosamente Polonia y la Republica Checa son los candidatos para que su espacio aéreo albergue el nuevo escudo antimisiles que proyecta el departamento de defensa americano.
Dimitrov escribía un articulo en el Pravda tras los sucesos de Austria cuando los miembros del KPA fueron brutalmente sacados de la cárcel y asesinados en silencio mientras la guardia nacional imponía el terror en las barriadas obreras de Viena y en que afiemaba como el anticomunismo se había convertido en el vehiculo ideológico de la burguesía para imponer el fascismo y ahogar al proletariado en su sistema de explotación , hoy cuando el avance del movimiento comunista es retroceso puro y carece de vanguardia , los estertores de Octubre y de sus errores siguen aterrorizando a la burguesía pero sin prender su chispa en el proletariado revolucionario .
Rectúgenos

UN SENDERO HACIA LA LUZ




Este mayo se cumplen quince años de la masacre del penal de Canto Grande en la que las fuerzas del Estado peruano masacraron a más de 100 prisioneros senderistas. Aquel era un momento de pujanza de la Guerra Popular liderada por el Partido Comunista de Perú, a la que las fuerzas de lo viejo sólo supieron responder con el exterminio. Hoy la Revolución peruana ha sido derrotada (no nos cabe duda que por los propios errores de los revolucionarios, a los que llamamos a hacer balance), aunque entre los Andes aún ruge esporádicamente el fragor de la esperanza, pero el fresco de la realidad peruana se nos muestra tan paupérrimo, y aún más, que antes. Claro está que el podrido orden social vigente es incapaz de ofrecer más alternativa que la abierta rebelión de los pisoteados. Eso es lo que queremos resaltar.
Sin embargo, por todo el mundo vemos ese cuadro miserable, y no obstante sólo en algunos lugares, como Perú, la rebelión latente se logró cohesionar y avanzar victoriosa.
Esa es precisamente la lección, el ejemplo que nos legó el PCP. Este Partido supo sintetizar lo más adelantado del marxismo de su época (la experiencia china), aplicarlo creadoramente a su realidad concreta y mantener en alto la bandera roja en un tiempo de marasmo generalizado. Demostró que la teoría revolucionaria aplicada acertadamente es capaz de generar vida, que los condicionantes objetivos por sí solos no valen, que hace falta algo más para convertirlos en un movimiento social, no en un sentido laxo, sino consciente y transformador, revolucionario. Ese algo es la ideología revolucionaria.
La personificación palpable de ese proceso la pudimos ver en los patios del citado penal, donde el producto más explotado, degradado y humillado de siglos de colonialismo e imperialismo, el campesino quechua, supo pintar de rojo las tenebrosas mazmorras de lo caduco, supo borrar la deshumanizante desesperación y el silencio de los barrotes con armoniosos cantos al futuro, y supo desfilar disciplinada y desafiantemente ante las chirriantes mandíbulas de los perros guardianes de la miseria.
Es por eso que siempre serán fuente de inspiración y respeto por parte de todos los oprimidos y revolucionarios. ¡Honor y gloria a los camaradas mártires de la Revolución peruana!
Sertorio