STALIN, LA REVOLUCIÓN Y LA CONTRARREVOLUCIÓN




Una de las principales tareas de nuestra época – en la que el primer ciclo revolucionario ha llegado a su fin- es hacer balance de dicho ciclo. Esto significa estudiar las experiencias revolucionarias para extraer de ellas conclusiones que permitan reiniciar un nuevo ciclo sin caer en errores pasados. El estudio debe ser lo más profundo posible y abarcar todos los campos posibles, desde la ciencia a la economía, pasando por el arte, táctica revolucionaria, ideología... Sin olvidar las relaciones entre todos ellos. Solo así se podrá obtener una visión de conjunto de la pasada experiencia revolucionaria y su fracaso. Este balance debe hacerse desde el debate y la lucha de dos líneas entre los comunistas y sus resultados no formarán parte de ninguna extensa obra en diez tomos, sino que pasarán a formar parte de la línea política revolucionaria del próximo ciclo.
Dicho esto, vamos a intentar unas líneas sobre algunos aspectos de uno de los dirigentes más relevantes de la URSS, Stalin y su tesis del Socialismo en un solo país.
Uno de los presupuestos teóricos que los bolcheviques habían heredado de la IIª Internacional era que la Revolución Proletaria estallaría y rápidamente se extendería por el planeta. Sin embargo no fue así y el proletariado soviético se quedó aislado. Este presupuesto partía del la dimensión internacional del desarrollo la revolución, dimensión en la que se habían movido los pensadores socialistas durante la fase librecambista del capitalismo. Sin embargo, la etapa imperialista modificó este presupuesto, sin que nadie reparara en ello hasta que fue demasiado tarde. Este problema inesperado fue objeto de arduos debates entre los bolcheviques, especialmente a la muerte de Lenin. Stalin consiguió sacar adelante su tesis arriba mencionada. Esta era la respuesta a una situación inesperada y sacaba a relucir una de las contradicciones de la Revolución Proletaria Mundial: que es, precisamente, mundial, pero se desenvuelve a través de revoluciones nacionales, enmarcadas en estados.
La situación concreta de la joven república proletaria ante el cerco imperialista y el peligro de invasión era precaria ¿Qué hacer entonces? Stalin propuso continuar avanzando hacia el Socialismo, pero dicho avance sólo era posible a condición de cumplir dos tareas, una internacional y otra nacional. La primera, convertir a la URSS en la base de la Revolución Proletaria Mundial. Esto significa qué la URSS debía dedicarse a apoyar y potenciar a los revolucionarios de otros países y a los movimientos de liberación nacional de pueblos sometidos por el imperialismo. La otra tarea consistía en que el proletariado fuera capaz de atraerse al resto de masas populares vinculándolas a través de un sistema político acorde con sus intereses de clase. En el caso soviético, se trataba de la ya conocida alianza de obreros y campesinos.
Esta tesis, que no era sino el desarrollo del la idea leniniana de la ruptura del eslabón más débil, era coherente con el internacionalismo proletario y permitía el avance hacia el socialismo en la URSS como parte de la Revolución Proletaria Mundial a la vez que impulsaba a esta.
Ahora bien, ¿cual era el contenido socioeconómico de las tareas del proletariado en la URSS? Stalin, a partir de cierto, considera que el único peligro de restauración del capitalismo provenía del exterior, ya que las antiguas clases dominantes habían sido barridas por la Revolución. Entonces la tarea primordial era desarrollar las fuerzas productivas, puesto que se había construido el sistema político acorde con los intereses de clase del proletariado y el campesinado. De este modo se recupera inconscientemente la tesis de la II Internacional del desarrollo de las fuerzas productivas. Lenin, atendiendo a las condiciones específicas rusas, había previsto dos fases de la revolución, una de transición al socialismo, donde se aboliría la propiedad privada, y otra donde, sobre lo anterior, las clases se extinguirían y se alcanzaría la Sociedad Comunista. Esta última es considerada la tercera etapa. Lo importante de este planteamiento es que, donde antes solo había dos etapas – fase inferior y superior del Socialismo- ahora aparecen tres, fruto de subdividir la primera en dos etapas con contenidos socioeconómicos distintos. La novedosa transición al Socialismo se ocuparía de la abolición de la propiedad privada, mientras que la posterior fase inferior del Socialismo haría lo propio con las clases.
Stalin heredó esta visión, y cuando los medios de producción pasan a manos del estado se los considera elementos socialistas y que no pueden generar un fortalecimiento de la burguesía. Con esto y con la eliminación del peligro kulak se consideran solucionadas las vías de restauración capitalista desde el interior. El problema de la restauración del capitalismo a causa del cerco capitalista se pretende solucionar alcanzando y sobrepasando el desarrollo tecnológico de occidente. El desarrollo de las fuerzas productivas pasa a ser la labor fundamental del régimen soviético desde los años 30. De este modo se hace depender a la revolución de un factor ajeno a la lucha de clases, pues las fuerzas productivas eran entendidas como mero desarrollo tecnológico, sin contenido de clase. Esto debilita ideológicamente al proletariado y permite a la burguesía desde dentro de la URSS irse recuperando (porque la burguesía no desapareció, pues la necesidad del estado prueba la permanencia de las clases y su lucha) sin que el proletariado lo perciba.
Esta situación interna permitía al Socialismo en un solo país degenerar. Así, de poner el acento en el aspecto internacional de la contradicción se pasó al nacional. Poco a poco Stalin fue añadiendo elementos que convertían a la URSS y su defensa en la causa del proletariado internacional. De impulsar la Revolución Proletaria Mundial, la URSS pasaba a ser la causa de aquella, a cuya preservación debían encaminarse los esfuerzos de los comunistas.
La subordinación del proletariado a los intereses de la URSS explicará actuaciones de esta en la Revolución China, la Guerra civil española y sobre todo, la disolución de la Komintern. Esta es la organización que expande la Revolución Mundial por los estados, pero, desde el momento en que la cuestión fundamental de la Revolución Mundial son los interese de la URSS como potencia mundial, una herramienta como la Komintern se hace innecesaria.
El desarrollo de la lucha de clases durante le dictadura del proletariado fue una tarea a la que se enfrentó la URSS sin apenas antecedentes históricos de los que aprender (la Comuna de Paris y poco más). La Revolución China intentó ir más allá y no caer en los errores de la URSS, poniendo acertadamente el acento en la lucha de clases tras la toma del poder pero, aunque llegó más lejos, también acabó fracasando.
El estudio de estas experiencias es una de las tareas del balance, para que las futuras generaciones de revolucionarios tengan un referente cuando tomen el poder en el próximo ciclo revolucionario.
Mario

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